lunes, 29 de octubre de 2018

La Caminata Sensorial

A nivel sensitivo noté que, al vendarme los ojos, empecé a caminar arrastrando los pies. Fue muy difícil para mi poder caminar así. Entre cosas, me llevé puestas raíces de árboles, pozos en el terreno y los tobillos de Nico: el compañero que tenía adelante.
Hasta ese momento solo nos habían privado de la vista. También noté lo rápido que la mente se adapta a las dificultades estas. Puedo decir esto porque veo. No sé realmente como es la percepción de alguien que no sabe cómo se ve el piso, o no sabe cómo se ve una puerta.
Atravesando el jardín pude sentir muchos estímulos con la planta de los pies. Alguna que otra rama que me hicieron chocar, etc
Llegamos a las baldosas y esa sensación de inseguridad constante, se empezó a ir de a poco. Fui tomando conciencia de las distancias de mi cuerpo, de donde deberían estar las cosas y de que la altura de los escalones la tenía incorporada en la conciencia de mi cuerpo.
Cuando pasamos por la entrada, el cambio de baldosas fue nuevamente muy notorio. Era un piso mucho más suave, menos tramposo. Sentí más seguridad en ese piso suave y regular que me permitía deslizar mis pies sin tanto esfuerzo.

Entramos en el patio central. Pude sentir el aroma a papel impreso y una densidad de humedad en el ambiente muy distinta a la exterior. Afuera, el aire se sentía mucho más liviano que adentro.
Y nos dirigimos a las escaleras. Y empezamos a subir. Y subir. Y subir. Y no llegábamos más al lugar al que íbamos a ir, que no sabía cuál era de todas formas. Por un momento, la eternidad de los escalones y los giros a la derecha, para tomar un nuevo tramo, me hicieron pensar que habíamos entrado por el subsuelo. Nada que ver. Recalculando, una vez reunido con mis compañeros y tratando de pensar el asunto, nos dimos cuenta de que fuimos por la escalera hasta el 4to piso, dimos una vuelta por todo el piso, y volvimos al tercero. Una vuelta enorme también. Todo me empezó a parecer eterno.
Bajando las escaleras pensé en el detalle de la forma de la baranda. Como los dedos llegaban justo al calado y como molestaban los carteles en el medio. También sentí una serie de gestos que la baranda me iba dando. Como, si prestaba atención, la baranda me informaba el inicio y el fin del tramo.
Cuando llego el momento de separarnos de la fila y ser “guía”, me sentí un poco asustado, pero ese miedo se convirtió en conciencia y atención por la persona que yo estaba guiando. Hicimos el tramo desde la escalera hasta el aula, manoseé todos los paneles, casi entramos en baño de damas y casi me choco con un bloque que recordaba que estaba ahí, justo después de doblar, por lo que presté especial atención a eso y fui tanteando con mi pie.
Ya en el aula, dejé mi mochila y nos separamos de todos. Me sentí mucho más seguro. Quedé solo, y tenía la intención de explorar un poco. Fui rondando las mesas, corriendo sillas y pateando cosas o personas. Encontré el escenario, me subí para comprobarlo y así pude recuperar la poca orientación que tenía. Ya tenía más seguridad con mi mapa mental del terreno. Hasta que me encontré con alguien y me dijeron que lo huela. Era una situación muy incómoda. Pero nos olimos. Un poco los brazos y la ropa básicamente. Y después olí a otra persona.
La parte del mensaje no creo q me haya sido muy útil. Simplemente la hubiera omitido.
Que más decir: me encantó la experiencia. Te ayuda a valorar más lo que uno tiene y otros no. Te ayuda a tener otra percepción (aunque no sea construida desde una verdadera falencia) del espacio, de la ergonomía del equipamiento urbano, de lo que significa un obstáculo real para un NO VIDENTE (una baldosa mal colocada, una raíz, un pozo, un papel pegado, etc.) y de cómo, aunque falten los dos sentidos que creo, son los principales, el cuerpo se adapta y construye una realidad aunque falte información en esta.

Gracias por leer esta entrada. Gracias a la Arq. Carolina Huffmann por habernos instruido en el viaje sensorial, y gracias a la catedra y sus docentes que, aunque tienen sus cosas como todos, creo que nos llevan por un camino a ciegas por el que nos sentimos inseguros, con miedos. Pero al final, nos destapan los ojos y nos muestran la otra cara de la realidad.

Buenos Augurios. Vuelva pronto.

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